martes, 15 de junio de 2010
... y un día después de subir y bajar por las montañas que flanquean Santiago, se presento la oportunidad de subir esos colosos rocosos de la cordillera central. Es así como el Sábado 28 de Enero 2006, nos encontramos 5 montañeros en el complejo de la Parva a mas de 3000 msnm, Malba, Juan Carlos, Jhon, Alejandro, y este servidor, mochilas al hombro y prestos, decididos a conquistar dos cumbres, El pintor y Leonera. Partimos desde donde comienzan las canchas de Ski de la Parva, subiendo hacia el portezuelo que da a la laguna del Franciscano, desde ese punto y tomando un sendero lateral Weste, comensamos a remontar el cerro en dirección, norte, la primera parte es muy inclinada 40 a 45 °, según Alejandro que era nuestro Guía, eso seria por una hora y media aproximadamente, luego vendría un sendero muy marcado que subiría y bajaría un serie de lomas, así seria la marcha, no obstante, esa primera parte seria un anticipo a lo que nos esperaba mas adelante al subir el Leonera. Una vez vencida esa cuesta, seguimos camino, a paso regular, poco a poco los efectos de la altura comenzaban a afectar nuestras energías, a medida que avanzábamos el paso iba siendo mas lento, nuestro primer objetivo era el cerro El Pintor, con una altura de 4.200 m.s.n.m, la marcha fue tranquila, pero ansiosa, frente a nosotros en la lejanía se podía ver la cumbre del Pintor minúscula pero que nos costaría mucho trabajo llegar a el, antes deberíamos superar un gran trecho de camino, nuestro primer gran descanso fue en una planicie junto a un refugio metálico color rojo, construido allí por una Universidad, en ese punto la altura cobro su primera victima, Juan Carlos comenzaba a sufrir un molesto dolor de Cabeza, debió descansar algunos minutos antes de continuar, ya algo recuperado, seguimos la marcha, hasta el cerro el Pintor, una empinada ladera nos llevo a sus pies, en donde nos encontramos con 4 jóvenes universitarios que nos habíamos topado al inicio de la jornada y nos habían pasado hacia algunas horas, de los 4 solo dos siguieron y los otros dos volvieron debido a los efectos molestos de la altura, Juan Carlos se sentía muy mal, así que no nos acompaño a la cumbre del Pintor. Malba Jhon, Alejandro y este relator subimos y conquistamos la cumbre pasado las 14 horas, personalmente me sentía muy contento, satisfecho, cansado y lentamente siendo afectado por la Puna, pero en ese momento solo quería disfrutar cuanto mas pudiera haber logrado el primer objetivo de la expedición, Alejandro cargaba aparte de su equipo, un trípode de cámara y una Bandera Chilena, con la cual se tomaron varias fotografías, estuvimos como 30 o 40 minutos en esa cumbre, luego bajamos Juan Carlos comenzaba a preocuparnos, las molestias seguían y parecían no mejorar, nos hidratamos y seguimos la marcha, el siguiente objetivo seria Cancha Carrera, a medida que avanzábamos comencé a sentir un leve malestar, sin darle mucha importancia, opte por hidratarme mas seguido y continuar para no demorar al grupo, ante nosotros una gran planicie, ancha y vasta, muy pedregosa, y al mismo tiempo de suelo muy blando, a las 16:15 horas llegamos a Cancha Carrera, debíamos bajar a otra planicie como unos 20 a 25 metros, allí acampamos, en eso estábamos cuando mi cabeza sintió el brusco cambio de altura y fui afectado de sus efectos, un cefalea punzante que abarcaba toda mi frente superior, luego gran parte de la cabeza palpitaba fijando mas fuerte ese dolor, las carpas ya estaban armadas, Juan Carlos estaba peor que yo, por lo menos no tenia nauseas ni mareos, solo un dolor punzante, después de comer algo me enviaron a dormir, en ese momento, se nos acerco un solitario montañero, Gonzalo era su nombre, que luego seria uno mas de grupo hasta que conquistáramos el Leonera, como Juan estaba en la carpa durmiendo o tratando de dormir, yo me tire al lado de una cómoda piedra, allí me relaje, y trate de dormir, antes me había tomado una aspirina y bebido algo mas de agua, el resto de mis compañeros seguían en amena charla con nuestro nuevo compañero, a unos metros de nosotros, se habían instalado dos carpas mas, de otros montañistas, que pensamos también subirían al Leonera al día siguiente, después de un rato decidí caminar, y el malestar se fue por algunas horas, para manifestarse a la hora de dormir en la noche, se armaron dos carpas, en una dormiría Alejandro y Jhon, en la otra Juan Carlos Malba y yo, lamentablemente la mas perjudicada fue nuestra amiga Malba, Juan enfermo por lado y yo sin poder dormir por la cefalea que me punzaba la cabeza. Malba muy comprensiva, soporto esa incomodidad, (gracias Malba), a las cinco de la mañana sonó el reloj de Jhon, fui el primero en levantarme, Malba, me indico que pusiera el agua, pero aun con los efectos de la puna, me costaba coordinar, con mucho esfuerzo me puse la ropa para el frió que no era tanto, a duras penas con Juan, desayunamos, Juan había decidido no seguir al Leonera, preparamos las mochilas y partimos mochila al hombro y frontales encendidas, en el rocoso horizonte, se podía ver la franja azulina que anunciaba el amanecer, mientras a paso lento, comenzábamos a subir, primero atravesar parte de la planicie de Cancha Carrera, luego virar hacia el oeste y tomar un sendero al costado sur de una filo muy rocoso, el sendero en un tramo estaba muy expuesto, pero lo pasamos con éxito, Malba, había ido a ese lugar un año antes y nos decía que por suerte en ese momento no había viento, lo que no fue así en su primera visita al lugar, nos contó que todo el tiempo el viento soplaba fuerte y helado, a nosotros nos toco un clima muy benigno. Seguimos por el sendero, a una hora y media o poco mas, los efectos de la puna volvieron, me sentía muy cansado, Alejandro había notado el malestar y sugirió que le pasara la mochila Jhon que solo iba con bastones, le indique que no era necesario, que la mochila no me pesaba tanto, solo me sentía agotado, que un descaso me recuperaría, pero la puna fue implacable, el cansancio quería a toda costa vencerme, Alejandro llamo a Jhon, para pasarle mi mochila, la angustia me decaía, muy a mi pesar y no queriendo crear un conflicto en el grupo, entregue mi carga, me sentía muy mal, adolorido tanto físicamente como moralmente, a favor del grupo y con mi orgullo algo adolorido también, seguí la marcha al ritmo de Alejandro que llevaba un paso muy cancino, no se si de cansancio también o como una técnica adecuada a la marcha, (por cierto muy efectiva), Gonzalo el montañero solitario que acampo cerca de nuestra carpa, iba al paso ligero y veloz de Jhon, atrás de ellos, Malba, al final de la fila Alejandro y yo, la mañana seguía pintando sus colores, mientras a paso lerdo, subíamos las laderas del leonera, era un cansancio indescriptible, pero había que llegar, por suerte la técnica de Alejandro fue muy adecuada, me recupere paulatinamente, Malba, que iba entre Jhon y nosotros, ya comenzaba a sufrir el efecto ralentelizador de la altura, en un descanso alcanzamos al grupo que al parecer nos espero largo rato, ya podíamos ver la ultima parte del sendero pero tendríamos que rodear la cumbre yendo hacia el norte y después virar hacia el sur este como en un espiral. A medida que íbamos subiendo, Jhon y Gonzalo nos sacaron una enorme ventaja, Malba trataba de apurar pero el la carencia de aire bueno se lo impedían, daba un paso brusco y se agotaba, poco a poco fue quedando atrás de los punteros, no quiero decir que era una competencia, en las alturas de la montaña la competencia puede ser fatal, pero así parecía, Malba, termino caminando a nuestro ritmo, Alejandro propuso llegar los tres al unísono, a lo que estuvimos de acuerdo, así que después de subir un seudo acarreo, nos enfrentamos a unas paredes rocosas, que nos daban la facilidad de ascender como por sobre escalones naturales, ya estábamos cerca, levantamos la mirada y vimos bajar a los jóvenes que nos pasaron en el Pintor por otra ruta, cuando estábamos a metros de la cumbre siendo aproximadamente las 11:30 horas, Malba piso primero la cima, Alejandro me dio el privilegio de ser el segundo en poner un pie sobre esa corona de rocas, al fin la cumbre, el rito del abrazo, las felicitaciones, y un merecido descanso, la puna aun me molestaba, pero estaba mas que contento de estar allí, y mas aun cuando mire hacia el noreste y vi el gran Cerro El plomo, un coloso blanco, ese seria nuestro objetivo a la semana siguiente, para eso estábamos allí, para preparar el cuerpo, el alma, el espíritu, y poder conquistar ese gigante blanco. El objetivo principal de la expedición ya se había cumplido, después de las fotos, de admirar un rato mas ese panorama, nos dispusimos a bajar, Gonzalo, se enfermo, tal vez por la rapidez con que subió, comenzamos el descenso, minutos después Gonzalo nos alcanza, la bajada también fue lenta, aun estábamos en una zona “punera” antes de llegar al campamento, nos encontramos con 4 jóvenes que subían al Leonera, nos manifestaron que al día siguiente, atacarían la cumbre de El Plomo, el solo escucharlos, la ansiedad me invadía, que ganas de seguir allí, pero la prudencia es primero que la imprudencia. Seguimos bajando, antes de llegar al campamento nos aprovisionamos, en un deshielo, en la parte alta de la planicie de Cancha carrera, al llegar al campamento Juan Carlos esta muy recuperado, nos había preparado el almuerzo, fideos, palta, atún, jugo, el se iría antes, quería por lo menos subir el Pintor de vuelta, mientras nosotros preparábamos la bajada, pero antes de comer y de cualquier cosa, descansamos, había mucho sol, poco viento, una hora mas tarde, ya teníamos el campamento levantado, las mochilas al hombro y listos para emprender el regreso, y así fue, con poco agua, uno o dos litros, comenzamos la marcha. El camino de regreso parecía mas largo, el sol estaba mas radiante, es extraño que cuando sabemos que hay poco agua, nos da mas sed, después de algunos incidentes, como una diferencia de opinión entre los amigos, un porrazo de este relator, llegamos al portezuelo del Franciscano, allí nos reunimos y juntos llegamos al vehículo, pero cuando creíamos que la aventura había llegado a su fin, algo inaudito nos ocurrió, Jhon, había perdido las llaves del auto, después de bromas y rostros preocupados, se Malba sugirió llamar a Rosario, Jhon hablo con ella por teléfono, y el corazón generoso de nuestra amiga Rosi, nos rescato, pero aun nos quedaba camino por recorrer, debíamos bajar caminando hasta la Parva, ya era tarde, Juan Carlos, tomo la delantera, yo lo seguí, el atardecer se puso frió, después de poco mas de una hora, llegamos al caserío de la Parva, media hora después llegaron Alejandro, Jhon y Malba, esperamos hasta casi las 22:30 horas, hasta que llega el Jeep Rosario acompañada por Miguel, el Jeep bajo a Santiago con 7 personas en su interior y 5 mochilas sobre la parrilla. “ Solo en la adversidad extrema se conoce el corazón de un amigo” La expedición fue un éxito gracias a los amigos mas aperrados que pudiéramos tener..
Gracias Rosario Gracias Miguel
José Figueroa Sánchez
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